El juego es una de las herramientas o métodos de aprendizaje más útiles y eficaces en la infancia. Actúa como motor de motivación para los más pequeños (y los no tanto) a aprender cosas nuevas. Si se elige de la manera adecuada, conseguirá estimular funciones cognitivas imprescindibles para el correcto desarrollo de los niños y adolescentes, en todas sus esferas.
Además, disfrutar y divertirse durante el aprendizaje es un derecho fundamental recogido en la Declaración de los Derechos del Niño (1959). El juego fomenta la curiosidad, creatividad y las relaciones sociales; permite conocer el entorno e interactuar con él, mejora la autoestima y confianza en uno mismo; participa en la toma de decisiones y respeto de turnos desde muy chiquititos. ¡Y no solo eso!
En lo que concierne al lenguaje y otras funciones cognitivas presenta múltiples beneficios: estimula el correcto desarrollo de funciones ejecutivas tan importantes como la inhibición, planificación, flexibilida cognitiva, memoria operativa y velocidad de procesamiento, entre otras. Todo ello estará -en mayor o menor medida- implicado en el rendimiento académico, aprendizaje de destrezas y lenguaje oral y escrito, entre otras.
A continuación os dejamos una recopilación de 4 juegos de mesa para jugar en familia, amigos o por parejas ideales para estimular muchas de las funciones cognitivas y ejecutivas y el lenguaje.
1. El lince
El lince es un juego de mesa reconocido nacionalmente que consiste en localizar una serie de imágenes en un tablero. Este juego desarrolla la agudeza visual de los pequeños, entrenando también la atención selectiva y sostenida así como procesos perceptivos.
¡También es ideal para estimular el lenguaje! Te contamos por qué:
Permite trabajar tanto la comprensión como expresión del lenguaje, a nivel oral y escrito. A partir de la denominación de las imágenes que componen el tablero, el niño/a mejorará su léxico fonológico y aumentará su vocabulario. Si además establecemos relaciones semánticas entre diferentes imágenes, estaremos fomentando el desarrollo de su sistema semántico. Sin embargo, si en vez de denominar las imágenes, le pedimos que encuentre una palabra en concreto en el tablero ("aguacate"), estaremos trabajando el léxico auditivo (comprensión oral). ¡Incluye el papel y el lápiz en el juego para adaptarlo a la lectura y escritura!
Existen diferentes versiones del juego en función de la edad de los jugadores. Aquí abajo os dejamos tres opciones de lince que van desde los 4 años hasta la edad adulta.
2. Dobble
Dobble es un juego perfecto para aumentar la velocidad de procesamiento, trabajar la impulsividad, la inhibición, memoria visual y atención sostenida, entre otras. Estimula el lenguaje de los pequeños a través de la denominación de imágenes, al igual que en el lince. Concretamente, permite trabajar el acceso al léxico fonológico, estimula el sistema semántico y el almacén de fonemas. Además, es súper divertido para todas las edades.
Generalmente es un juego apto a partir de los 6 años de edad, aunque existe una versión para mayores de 3:
Además, para hacerlo aún más divertido, existen versiones con temáticas concretas: Harry Potter, princesas o los minions:
3. Quién es quién
El tradicional juego del Quién es Quién es perfecto para estimular la comprensión del lenguaje, aumentar el vocabulario y el uso y comprensión de determinados elementos lingüísticos como la negación o las partículas interrogativas.
A partir de los 6 años.
Podemos adaptarlo a la lectura y escritura poniendo como regla hacer las preguntas y responder a través del papel y lápiz. De esta manera trabajamos la comprensión lectora de una manera súper divertida.
4. Story Cubes
Por último pero no menos importante, queríamos destacar los Story Cubes (dados de historias). Es un material súper útil para fomentar la creatividad e imaginación de los niños creando historias fantásticas a partir de las imágenes que salgan en los dados. De esta manera podremos trabajar la expresión y comprensión oral e incluso absurdos morfosintácticos.
En logopedia suele ser uno de los materiales por excelencia para trabajar la lectoescritura: escribir historias súper divertidas para después leerlas. Podemos aumentar la complejidad de la tarea utilizando más dados y así nuestras oraciones y textos sean más largos y complejos.
Os animamos a crear vuestros propios dados en familia con un par de cartulinas y pegamento y mas tarde pegar las imágenes que más os gusten. Podéis clasificarlos por categorías semánticas, similitudes fonológicas (palabras que empiecen por "D", por ejemplo), etc.
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